Muchos trabajadores han pasado por el astillero en sus diferentes etapas. Pero hubo uno que no recibía salario ni reconocimiento alguno. Casi con seguridad estuvo en todas las botaduras a partir de la creación de Astilleros Unidos de Mazatlán y durante la existencia de Industria Naval de Mazatlán. Fueron decenas, tal vez más de cien botaduras desde la década de los ochenta al inicio de este siglo. Ni qué hablar de los incontables barcos que subieron a reparaciones en las tres cunas de varadero. El participó en todo eso.
Incansable, trabajaba las horas necesarias para sacar adelante los proyectos. Hasta que las circunstancias lo llevaron a una inactividad forzada. Desde el año 2003 empezó su decadencia. Recibía los cuidados de algunos compañeros, pero no era suficiente. Lo asaltaron en una de tantas noches. No pudo hacer nada por defenderse. Se veía mucho más triste a partir de eso. Languidecía poco a poco. Enfermo cada día más, recibió auxilio, pero alguien determinó que valía la pena invertir en él y fue dejado de lado.
Y ahí quedó por años, olvidado. Nadie volteaba a mirarlo. Yo lo ví hoy, sin imaginar lo que se le avecinaba. ¿Quién autorizó lo que pasó hoy? No importa. Lo que sí importa es lo que significa. Se va un símbolo. El porta en sus costados el logotipo del viejo AUMAZ. El último que quedaba de ese gran astillero.
Llegó una grúa y lo colocó en una plataforma para llevárselo. Eso da un poco de esperanza, que no lo hayan comprado como fierro viejo y que piensan repararlo para que, pasado un tiempo, vuelva a navegar en las aguas del puerto, haciendo lo que sabe hacer. Quizá ya no use el mismo nombre, quizá sea rebautizado, pero nosotros reconoceremos siempre la silueta del remolcador AUMAZ-I, el Aumazito.
Archivo Sinatin Mazatlán
Historia, anécdotas y fotos del Sindicato Nacional de la Industria Naval, Similares y Conexos sección 2. Mazatlán, Sinaloa, México.
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